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La homosexualidad y el adulterio no son crímenes que deban
ser condenados con la pena de muerte. El Sultán de Brunei, sin embargo,
considera que si.
Hasanal Bolkianh ha retrocedido a la Edad Media. Dicho
monarca absolutista, ortodoxo, arcaico, retrógrado y extremista ha impuesto un
Código Penal draconiano que condena con la pena de muerte a los que practiquen
relaciones homosexuales, adulterio, violación, difamación del profeta Mahoma y
la apostasía. Asimismo aplicará la flagelación pública por cometer aborto. Y
quienes roben les serán amputados un pie o una mano. También penalizará las
practicas sexuales entre mujeres con 40 latigazos y hasta 10 años de cárcel.
El Sultán ha impuesto un nuevo Código Penal basado en la ley
Sharia -que proviene del Corán- en su
expresión más extrema a su pequeña monarquía de 430.000 habitantes ubicada en
el sudeste asiático.
La lapidación hasta la muerte a los homosexuales, o
cortarles parte de una de las extremidades a los ladrones, o latiguear a las
mujeres son una fragrante violación a los derechos humanos, una clara discriminación
y significa vivir en el terror.
Las relaciones homosexuales eran ilegales en el pequeño
sultanato y conllevaba hasta 10 años de cárcel pero no la pena de muerte. Dicha
medida ha provocado que los homosexuales huyan de Brunei.
Dicho código penal es un despropósito cuando los tiempos
actuales van hacia la modernidad. No es civilizado morir lapidado por su
orientación sexual. Nacimos libres y vivimos en un mundo libre.
El derecho internacional prohíbe la tortura así como penas
degradantes y está en contra las obligaciones asumidas por el Sultán en el tema
de derechos humanos.
La mayoría del mundo musulmán cree que la Sharia ha sido
revelada por Alá y no la consideran como leyes escritas por el hombre. Ésta,
sin embargo, presenta una incongruencia.
Castiga el adulterio, pero aprueba la poligamia en el sexo masculino lo cual
viola la igualdad entre hombres y mujeres según la Declaración Universal de los
Derechos Humanos. La mujer islámica no puede tener más que un esposo.
La mayoría de las mujeres musulmanas viven tapadas con velo
y muchas van vestidas con el burka. Una situación ininteligible en la
actualidad para el mundo occidental.
Dicho pequeño sultanato está regido con puño de hierro desde
1967 por el sultán Hasanal Bolkianh que es uno de los hombres mas ricos del
planeta por los ingresos del petróleo y gas.
El sultán vive una doble moral. Mientras en su país ejerce
con puño de hierro, cuando viaja a occidente -lo cual es muy seguido- se viste
como tal y practica nuestras costumbres. Sin embargo no ha asumido el
pensamiento democrático ni la libertad de los derechos fundamentales del hombre.
Cuesta creer que en muchos país la homosexualidad siga
siendo un crimen. Según información del colectivo LGBT, Arabia Saudita, Irán,
Yemen, Mauritania, Sudán y lugares de Somalia y Nigeria también contempla la
pena de muerte al que cometa relaciones homosexuales. Según los musulmanes es
una ofensa a Alá y un acto contra la naturaleza.
El mundo actual es más tolerante y marcha hacia la
modernidad. Según la LGBT el matrimonio homosexual es legal en 26 países. El
libre albedrío debe ser aplicado ya que la gente tiene el derecho de tomar sus
propias decisiones sobre su vida en tanto no perjudiquen a los demás.
El Sultán debe abolir dichas medidas extremas. Caso
contrario, otros países musulmanes podrían emularlo.
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