Página Siete, El periódico, EJU, SudamericaHoy (Baires) Mundiario (Madrid)
Daniel Ortega se desenmascaró. Está cometiendo los mismos errores que condenó durante la dictadura somocista, a la que coadyuvó a caer y tuvo un papel protagónico indiscutible.
El presidente de Nicaragua, ex guerrillero marxista- leninista que luchó contra la dictadura de los Somoza, que se mantuvieron 45 años en el poder, ahora ha caído en el autoritarismo. Si Sandino, “El general de los hombre libres” viviese, no expulsaría del partido.
El llamado “gran capitán” ha sido el artífice de un golpe al Congreso de su país por su rabiosas ambiciones de poder.
En días pasados el Consejo Electoral, manipulado por Ortega, destituyó a 16 parlamentarios opositores del Partido Liberal Independiente (PLI).
Por tanto él, a la cabeza del Frente, se presentará como partido único de cara a las elecciones del próximo noviembre. Éste irá a su tercer mandato consecutivo desde el 2007.
También postuló a su esposa Rosario Murillo (el poder tras el trono), como candidata a la vicepresidencia.
Esto ocurre cuando el ejecutivo interfiere equívocamente en los otros poderes del Estado, quitándoles su independencia. El Consejo Supremo Electoral, la Corte Suprema de Justicia y el Parlamento, son controlados por Ortega y sus seguidores. Estos han creado reformas ilegales que coartan la democracia representativa instaurando un régimen personalista y autoritario que incluye la reelección del presidente y de sucesión dinástica para perpetuarse en el poder.
El Frente hasta ha seducido a la iglesia. Su eslogan “Nicaragua cristiana, socialista, solidaria”, es una falacia.
La “campaña” electoral tendrá por objetivo concientizar a los nicaragüenses de sus valores cívicos, caso contrario, serán amonestados por el Tribunal Electoral.
Ortega no es un ejemplo de la ética ni de la moral. Cuando Zoilamérica Narváez, hija de un anterior matrimonio de Rosario Murillo, lo acusó de violación y acoso sexual, éste negó los hechos, se amparó en su inmunidad y la Corte declaró prescripción. Lo grave es que Murillo apoyó a Ortega y no a su hija.
La familia Ortega se ha enriquecido principalmente por el petroleo que ha recibido de la cooperación de Venezuela, su aliado incondicional, que es más de US 3.500 millones. Ésta administra el oro negro a la través de la Distribuidora Nicaragüence de Petróleos (DNP).
Dicha familia también controla en su país varios medios de comunicación y las inversiones extranjeras. Han amasado grandes fortunas personales. Son llamados la “oligarquía orteguista”, como fue la somocista y por ende se han aburguesado. Cuando la izquierda empieza a enriquecerse, se vuelve capitalista, algo muy corriente.
Se acabó el mito de la izquierda en Nicaragua porque Ortega lo mató. Aquél libro de Julio Cortázar Nicaragua tan violentamente dulce, ha quedado en el pasado. Aquéllos deseos de erradicar las desigualdades y la pobreza buscando un país más justo y próspero, se desvanecieron.
Pero de la misma manera que los líderes autoritarios se adueñan del poder, caen. Y lo más probable es que tarde o temprano, la fuerza popular derroque a los Ortega porque el prorroguismo desgasta.
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