lunes, 27 de junio de 2016

Hochshild, el benefactor


[Alberto Zuazo] 
Punto aparte

Hochschild, el benefactor

II         26/6/16   Periódico El Diario
 
El recuerdo que se tiene en Bolivia de los “Barones del Estaño” es muy adverso,
porque la política se ensañó contra ellos, al decir que eran unos explotadores
de la riqueza nacional, y que sometían a sus trabajadores a condiciones
infrahumanas, para que extraigan de las entrañas de las montañas el mineral
 que los hacía poderosamente ricos.
Esos personajes, de la leyenda “negra” del país, eran los bolivianos Simón I.
Patiño y Carlos Víctor Aramayo, y el judío Mauricio Hochschild. Los traigo a
colación en estas líneas porque en el libro de Verónica Ormachea Gutiérrez,
titulado “Los Infames”, revela que Hochschild se constituyó en un benefactor
 en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), al salvar la vida de miles de judíos,
a los que el nazi Adolfo Hitler quiso exterminar, porque en su mente de psicópata
 no merecían vivir. 
Ha sido, ni duda cabe, un gesto humanitario de dimensiones extraordinarias,
porque para ese propósito gastó buena parte de su fortuna en obtener pasaportes
 bolivianos que los distribuía en Europa a los judíos que eran perseguidos. 
En la presentación del libro de Verónica, en el Círculo de la Unión, hacia el final
se dio paso a un cambio de ideas sobre el libro entre el numeroso público que
concurrió al acto. Al hablarse de la emigración judía estimulada por Hochschild,
se llegó a concordar que llegaron al país alrededor de 30.000 judíos. A muchos
les sirvió para ir a radicar a otros países vecinos, en especial porque se les presentaban
 mejores condiciones de trabajo y de vida. La pobreza y las limitaciones del país eran desalentadoras.
En todo caso, pese a estas condiciones, buena proporción de los emigrados se
quedaron a vivir en distintos departamentos del país, por lo que al presente tienen
descendientes bolivianos. Influyó mucho la creación de Israel, para que otros se
vayan a su propia patria, la que nunca habían tenido sus progenitores.
El libro de Verónica, sin embargo, empieza con un episodio familiar que se
registró en Varsovia, Polonia. El hijo varón, Boris, presentía que pronto su país
sería invadida por tropas de Hitler. Como que, en efecto, sucedió. El padre, en
postura conservadora, no quiso abandonar su país y menos su casa. Pero Boris,
finalmente lo hizo, acompañado de su amigo Isaac. Era ingeniero químico, pero
se radicó en Santa Cruz, donde trabajaron ambos cultivando la tierra.
En el alegato que tiene Boris con su padre para venir a Bolivia, le refiere que un
magnate semita, dueño de minas en Sudamérica, un tal Moritz Hochschild,
vive en Bolivia. En apoyo de su idea, refiere a su padre –según el libro- que éste
“ha ayudado a cientos de nuestros paisanos a emigrar a Sudamérica. Incluso me
han contado que va por trabajo a Londres y Alemania, y allí ayuda a salir a gente
 que ni conoce. Incluso emplea a paisanos en sus empresas y consigue visas para
ellos y sus familias. Es una especie de protector caído del cielo”. 
En 1944 Bolivia estaba gobernada por el coronel Gualberto Villarroel. Pertenecía
a la logia militar secreta Razón de Patria (Radepa). En el libro se anota que
“Era un gobierno fascista” pronazi que tenía en la mira a los “Barones del Estaño”,
en especial a Hochschild por semita y éste se declaró abiertamente a favor de los
aliados, como todos los hebreos en Bolivia”.
Ello explica que en dos ocasiones fuera detenido por razones político-raciales, en
una de ellas estuvieron a punto de fusilarlo, por decisión del gabinete ministerial,
del entonces presidente Germán Busch. Sin embargo, un ministro (Dionisio Foianini)
se opuso tenazmente, por considerar que desprestigiaría al gobierno en el exterior.
Evitó que se cumpla la extrema medida.
El ministro argumentó que “la labor que realiza el empresario Hochschild con los
refugiados es loable. Así como usted, su Excelencia, ha ayudado a los semitas a
ingresar a Bolivia sin condiciones, salvando a miles de la persecución nazi.
Entre 1938 y 1939 han entrado ocho mil refugiados judíos y, según el reciente
Censo, existen 13.250 hebreos en Bolivia, mostrando el documento respectivo”.
Añadió que el magnate ayuda a la colonia con desinterés, con una generosidad
sin precedentes.

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