Sabado 19 de febrero 2011
Parecería una contradicción que una revolución lleve el nombre de una flor o de un color ya que en general han dado como resultado muertos, heridos, torturas y destrucción.
Ahora, sin embargo, el escenario político mundial está cambiando. Los pueblos son más sabios y los militares más sensatos. Estos últimos han apoyado la voluntad popular y no disparan a los manifestantes.
Las revoluciones de las flores o colores son pacíficas. Estas se caracterizan porque el pueblo sale desarmado y de forma espontánea a las calles a protestar y tumban gobiernos en pocos días. También han logrado cambios políticos trascendentales, aunque, infelizmente ha habido víctimas.
Todas tienen un común denominador. Las manifestaciones son en contra de gobiernos dictatoriales (de izquierda o derecha), corruptos y de larga trayectoria, en tanto el pueblo está sumido en la pobreza, hambriento, desempleado, sin libertades ciudadanas, y con nuevas generaciones frustradas que buscan cambios y aires democráticos.
Estos movimientos populares no violentos empezaron en Mayo del 68 en Francia y se acentuaron tras la caída del muro en países de Europa Oriental y Central así como en Asia Central y ahora en África. Unos ejemplos.
En Francia se la llamó la “Revolución de las Flores”. Estudiantes y obreros criticaban el capitalismo y crearon unas frases legendarias, como “Prohibido prohibir”. Si bien no plantearon la toma del poder, lograron que De Gaulle democratice la educación y adelante las elecciones. En estas triunfó el gaullismo.
En Portugal, en 1974, se dio la “Revolución de los Claveles”. Fue un levantamiento popular con apoyo militar que causó que la dictadura salazarista, que se mantenía en el poder desde 1933, cayera. Destituyeron al Primer Ministro Caetano y la gente festejó poniendo claveles encima de los tanques y cañones.
Luego éstas tuvieron lugar en los países post - comunistas y dictatoriales.
En Checoslovaquia en 1989 – días después de la caída del muro de Berlín- ocurrió la “Revolución del Terciopelo” inspirada en la Primavera de Praga. Ésta derrotó al régimen comunista que perdió el monopolio del poder y la gente organizó un régimen parlamentario.
En Ucrania el 2004, el pueblo salió a las calles para protestar contra las elecciones fraudulentas del candidato pro- ruso y lograron anular los comicios. A aquellas protestas se las llamó la “Revolución naranja” por el color de la campaña de su candidato.
Y en la actualidad. Primero cayó el gobierno de Túnez a la que se bautizó como la “Revolución de los Jazmines”, que derroco a su mandatario. Éste ha sido el detonante y ha inspirado a otros países de la zona, como Egipto, cuyo presidente acaba de dimitir. Según The Economist, “no había un Robespierre ni un Trotsky moviendo los hilos tras bambalinas”. Todo fue espontáneo.
Lo notable es que los internautas, a través de Facebook y Twiter, han influenciado en la caída de los gobiernos. A éstos se les ha llamado la “Revolución 2.0.”
Se prevé que habrá un efecto dominó donde caiga Yemen, Bahrein, Libia Irán y otros, éste último con los aplausos de EEUU.
Ocurre que gobiernos occidentales han apoyado a las dictaduras islamitas para que éstos controlen al terrorismo de Al Qaeda y al yihadista. Si bien antes occidente estaba contra el comunismo, ahora lo está contra el fundamentalismo musulmán.
No nos extrañaría que el “efecto contagio” llegue a Latinoamérica y dictadores como Chávez puedan ser derrocados.
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